MARTIN ANZOÑA
MARIO VELEZ
LA CARTOGRAFÍA SOCIAL COMO RECURSO METODOLÓGICO EN LOS PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN TERRITORIAL.
Las virtudes de esta metodología resultan comprensibles desde la semiótica: Hacer mapas colectivamente provoca que el territorio, componente primario, implícito inconsciente de la vida social, pueda ser nombrado, verbalizado y comunicado a nivel figurativo, semántico y simbólico y los procesos de enunciación son procesos de constitución de sujetos; el sujeto se enseña en la retórica convencional: no enuncia, repite, porque la retórica se usa para convencer no para descifrar; la cartografía produce un discurso inédito al establecer una nueva manera de vincular unas cosas con otras; esta versión inédita de la realidad genera una nueva sintaxis, la sintaxis del territorio como escritura para descifrar, como texto que hay que saber leer, lectura que exige usar un lenguaje que nos descifra, que nos conforma.
La Cartografía Social: Su concepción y enfoque
La noción de territorio ha sido concebida históricamente de maneras distintas, usualmente ha sido abordado y trabajado como referente espacio temporal en el que el espacio era entendido como algo estático, desligado de las relaciones allí acontecidas y despojado de vitalidad; el sentido dinámico del territorio en cambio, se le atribuía a la noción de tiempo, despojando así el concepto de espacio geográfico de su esencia fundamental: Un sistema de relaciones cambiantes entre los múltiples elementos que lo conforman y en el que los seres humanos somos uno más en la estructura de ese orden sistémico.
Hay quien dice que los humanos somos seres geográficos en tanto transformamos un entorno natural para hacerlo habitable, y al hacerlo, somos transformados por esa acción y por los efectos que ese espacio transformado genera en nosotros. Si bien a veces estos efectos y acciones se expresan en condiciones conflictivas del entorno socio ambiental, en otras se hacen explícitas formas de resistencia que otorgan sentido a nuevas formas de construcción territorial, como resultado de la vivencia cotidiana y de las relaciones políticas y organizativas que se manifiestan en contextos determinados. Esta noción de territorio que nos involucra, nos visibiliza como parte de ese sistema de relaciones, y se nutre con elementos inherentes a lo humano como los afectos, las vivencias, imaginarios y la tradición, nos obliga a cuestionar entonces nuestro papel y nuestra capacidad transformadora sobre esa realidad territorial.
En el caso de los actores urbanos populares, el saber está atravesado por la práctica y vivencia cotidiana, es decir, que no se fundamenta necesariamente en la disciplina académica formal, ni el reconocimiento social derivado del status académico, sino en la concepción práctica y simbólica sobre lo público y lo privado, en las relaciones que en éstos dos ámbitos se gestan, siendo definidas por la capacidad de liderar experiencias organizativas autónomas, o por su capacidad de incidir en el ejercicio político; dinámica que va configurando procesos de territorialización.
El pensamiento relacional, también llamado pensamiento complejo, se fundamenta en la concepción sistémica de la realidad. No somos elementos aislados entre sí, al contrario, debemos hacer consiente el hecho de que cada acto que hacemos tiene una consecuencia sobre el entorno.
La Cartografía social para el reconocimiento de saberes y la construcción colectiva de conocimiento.
La metodología de cartografía social parte de la base de que todos tenemos un saber por compartir y por aportar en los procesos de construcción social de conocimiento en torno a las realidades territoriales, y por lo tanto, en los procesos de planeación de un desarrollo humano y territorial que se corresponda con lo que implica crear condiciones para el bienestar social y la calidad del hábitat urbano-regional. Construir ciudad desde los intereses y necesidades de los actores locales se constituye en un reto en un contexto en el que la visión y planificación del desarrollo se ha vuelto asunto exclusivo del aparato gubernamental, que al defender claramente intereses hegemónicos de empresarios, ha diseñado políticas de participación inefectivas, en términos de que la gente propone y aporta su saber pero no tiene opción alguna en la toma de decisiones.
Esta metodología se propone abrir un escenario como estrategia que permita la construcción de conocimiento colectivo para, a partir de allí, posibilitar una acción transformadora de ese territorio. El ejercicio de dibujar la realidad permite poner en un mismo lenguaje saberes, imaginarios y deseos subjetivos, que al socializarse a través de la conversación y la representación (que es el dibujo de los mapas), se retroalimentan y se hacen consientes, de manera que las múltiples versiones, miradas y formas de comprender el mundo se encuentran y generan consensos.
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